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Información Útil, Concentradores de Oxigeno y Oxigenoterapia
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La oxigenoterapia es una medida terapéutica que consiste en la administración de oxígeno a concentraciones mayores que las que se encuentran en aire del ambiente, con la intención de tratar o prevenir los síntomas y las manifestaciones de la hipoxia. El oxígeno utilizado en esta terapia, es considerado un fármaco gaseoso. Se define como oxigenoterapia el uso terapeútico del oxígeno siendo parte fundamental de la terapia respiratoria. Debe prescribirse fundamentado en una razón válida y administrarse en forma correcta y segura como cualquier otra droga. A diferencia de la terapia hiperbárica, el tratamiento con oxígeno normobárico es más sencillo y de aplicación más corriente en clínicas. La oxigenoterapia normobárica consiste en administrar aire con más oxígeno del que tiene normalmente (21%) a la presión normal de la atmósfera. El máximo posible es administrar oxígeno puro (100%) con una presión de 760 mmHg. La oxigenoterapia hiperbárica consiste en aumentar la presión del aire que se respira y casi siempre tambien su proporción en oxígeno. Se pueden conseguir presiones de oxígeno de varios miles de mmHg pero en estas condiciones el oxígeno produce efectos tóxicos fácilmente. En las personas sanas la oxigenoterapia es completamente inútil ya que la sangre aporta a los tejidos una cantidad de oxígeno muy por encima del que se utiliza normalmente (consumo de oxígeno). En efecto, los tejidos, en reposo, utilizan sólo unos 5 mililitros de los 20 ml de oxígeno que hay en cada 100 ml de sangre. Antecedentes La finalidad de la oxigenoterapia es aumentar el aporte de oxígeno a los tejidos utilizando al máximo la capacidad de transporte de la sangre arterial. Para ello, la cantidad de oxígeno en el gas inspirado, debe ser tal que su presión parcial en el alvéolo alcance niveles suficiente para saturar completamente la hemoglobina. Es indispensable que el aporte ventilatorio se complemente con una concentración normal de hemoglobina y una conservación del gasto cardiaco y del flujo sanguíneo tisular. El efecto directo es aumentar la presión del oxígeno alveolar, que atrae consigo una disminución del trabajo respiratorio y del trabajo del miocardio, necesaria para mantener una presión arterial de oxígeno definida.[1] La hipoxia celular puede deberse a: Disminución de la cantidad de oxígeno o de la presión parcial del oxígeno en el gas inspirado. Indicaciones: la oxigenoterapia debe ser aplicada cuando existe disminución de la cantidad de oxígeno en la sangre, ya sea por insuficiencia respiratoria, insuficiencia circulatoria, anemia, atmósfera enrarecida con humos o gases, etc. La oxigenoterapia tiene un valor de utilidad en ciertas situaciones de baja de oxígeno en los que puede decidirse si la terapia con oxígeno tendrá o no valor. Hipoxia por hipoventilación: en estas situaciones la oxigenoterapia puede ser muy beneficioso, aumentando hasta en 5 veces el oxígeno disponible. Hipoxia de difusión: aquí la terapia con oxígeno puede aumentar la presión parcial de oxígeno en los pulmones desde un valor de 100 mm de Hg hasta 600 mm de Hg. Ello origina un gran incremento de gradiente de difusión entre alveolos y sangre; tal gradiente se eleva desde un valor normal de 60 mm de Hg hasta uno tan alto como de 560 mm de Hg, es decir, un aumento de casi el 800%. Este efecto es beneficioso en casos como el edema pulmonar, porque entonces el pulmón puede aumentar la captación de oxígeno.[2] Hipoxia isquémica: es llamada hipoxia por deficiencia circulatoria. En esta, la oxigenoterapia es menos útil pues el problema en este caso es una circulación sanguínea disminuida, no una falta de oxígeno. Sin embargo, con la oxigenoterapia la sangre normal puede aportar una pequeña cantidad de oxígeno extra a los tejidos porque aunque la hemoglobina estará saturada, el oxigeno disuelto depende de la presión parcial y aumentará (como mucho un 10% más). Incluso esta diferencia de porcentaje total puede significar salvar la vida a un paciente que ha sufrido una crisis cardiaca aguda, donde el gasto cardíaco sea muy bajo.[3] Oxígeno en enfermedades especiales: también en enfermedades de curso lento que determinan un estado de hipoxia tisular crónica, es decir, una oxigenación insuficiente de las células, cuya supervivencia garantiza, aunque en condiciones de sufrimiento metabólico. Esta condición se presenta en ciertas formas asmáticas, enfisematosas, bronquíticas o de descompensación cardiocirculatoria. Como calcular la concentración de oxigeno en sangre? se puede hacer de dos maneras: La primera es utilizando una gasometría arterial que consiste en extraer sangre de la arteria y medir la concentración de oxígeno. No es muy utilizada a causa de la molestia que le causa al paciente, a menos que éste llegue inconsciente, y a un cierto riesgo, aunque bajo, de que se produzca una hemorragia. La segunda forma es la pulsioximetría que consiste en poner un pequeño aparato en el dedo del paciente que va calculando la saturación de oxígeno de la hemoglobina en los capilares. Es la más utilizada ya que su molestia es mínima para el paciente. En contrapartida la gasometría proporciona más información porque permite medir otros parámetros importantes de la función cardiorrespiratoria. Dispositivos para la administración de oxígeno Pacientes con carencia de respiración espontánea: bolsa de Resucitación Manual, respirador Mecánico Precauciones: La inhalación excesiva de oxígeno, sobre todo en casos de hipoxía crónica, podría determinar una elevación de la concentración del gas en sangre que es capaz de inhibir el estímulo que procede de los receptores sensibles. Esto deprime el ritmo respiratorio incluso en presencia de una concentración elevada de CO2. A esta situación se le conoce como evento paradójico, en el que un pequeño aumento en la concentración de oxígeno en sangre puede conducir a una parada de la función respiratoria. Para evitar un riesgo, son de utilidad los tratamientos que incluyen aparatos de gimnasia respiratoria Fuentes:
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